Ya no hay más animales en la familia…
Olvidé comentar en la primera parte que también tuve peces… peces que murieron sobrealimentados, me temo… y es que aquella comida que les echaba que parecía confeti me daba la impresión de que no les alimentaba demasiado y yo echaba y echaba…
En fin, dejo el reino animal y me centro en las personas.
No voy a hablar de los miembros de mi familia humana. Tengo madre, tíos, primos y demás… mis abuelos fallecieron y soy hija única.
Del único que os voy a hablar es de mi padre, que hace ya 26 años que falleció, de cáncer.
Esto lo escribí hace tiempo, reflexionando sobre él y lo mucho que lo echo de menos…
Recuerdo a papá como alguien que inspiraba respeto, temor incluso, a los que le rodeábamos.
Yo le tenía miedo, la verdad. Pero no me entiendas mal; quiero decir que le veía tan serio que temía que se enfadara conmigo.
Además, cuando se enfadaba –las pocas veces que le vi enfadado- empezaba a cagarse en su madre y parecía que era capaz de cogerte y despedazarte…
Nunca llegó a enfadarse tanto conmigo ni con mamá y, a pesar de lo que pueda parecer por lo te cuento, nunca le hizo nada a nadie, aunque…
Una vez amenazó a un tío mío –que por culpa de su mujercita, insultaba a sus hermanas (entre ellas mi madre) y a su madre-. Le agarró por la camisa y lo zarandeó un poco, pero sin consecuencias.
Que yo recuerde ni a mi ni a mi madre nos puso la mano encima. A mí UNA vez amagó con pegarme, pero no lo hizo (los castigos físicos eran cosa de mamá), aunque yo lloré como si lo hubiera hecho, supongo que más que nada sorprendida por su reacción.
A la única persona –que yo sepa- que hizo daño físico fue a mi abuela, su suegra. Le rompió una costilla… dándole un abrazo.
Le recuerdo siempre serio. No era hombre de carcajada fácil y estruendosa. Pero le gustaban las bromas y cuando hacía rabiar a alguien, sonreía a lo zorro.
También recuerdo, y me han contado, que ni sus amigos ni familiares pasaban necesidad si él podía evitarlo.
Siempre había comida y bebida para las visitas, incluso cuando él ya estaba muy enfermo.
Si a alguien le hacía falta dinero, allí estaba él. Sin meter prisa por recuperarlo. De hecho, a una familia de Córdoba, donde yo nací, muy querida para ellos, no les permitió que se lo devolvieran…
Y tenía defectos, claro, como todo el mundo.
Y es que tendemos a idealizar a aquellos que nos dejan, olvidamos su lado malo. Pero aquí se trata de ser lo más sinceros posible, ¿no?
Los defectos de papá eran sus adicciones: el alcohol y el juego, además de ser un fumador empedernido.
Bebía mucho, demasiado. Eran habituales las noches que volvía mucho más que ebrio a casa. Pero no era el típico borracho follonero y violento. Él era más de dormir la borrachera (en eso salí a él).
El juego ya era otro cantar: jugaba a cartas por dinero y a las tragaperras. Más de una vez nos dejó cerca de la bancarrota.
Yo no recuerdo casi nada de todo aquello. Era muy pequeña y supongo que me lo ocultaron, se esforzaron en que no me enterara o, tal vez, estaba demasiado perdida en mis juegos de niña para darme cuenta de nada más…
A menudo me enfado con la actitud de mamá. Pero… ¿cuántas noches pasaría esperando a que él volviera y rezando para que no viniera demasiado borracho o que no se gastara todo lo que teníamos? Cualquier otra lo habría abandonado, pero ella siguió adelante y tiró de la familia para que no se desmoronara…
Me pregunto si alguna vez no pensaría en ello, en dejarle y volver con los suyos. O si no se arrepentiría de haberse casado con él…
Yo, por más que me cuenta, no recuerdo todo aquello.
Siempre tuve comida en la mesa, ropa y calzado (no precisamente del barato) y todo cuanto necesitaba para mis estudios, lo tenía.
Creía que éramos una familia normal y feliz. Nunca tuve la sensación de lo contrario, ni en los peores momentos…
Murió cuando yo tenía 11 años. Le recuerdo enfermo sin poder casi ni hablar ni comer. Impotente y furioso con esa maldita enfermedad que le alejaba de nosotras…
Recuerdo a mamá triste, recuerdo que acudimos incluso a sanadores y curanderos que no evitaron su final.
Recuerdo sentir pena, besar su piel fría y llorar.
Echaba de menos su presencia, pero creo que no era muy consiente de lo que había perdido.
Ahora lo sé.
Perdí a un buen hombre, severo, pero justo. Perdí a un hombre que me quería por encima de todo lo que yo hiciera (e hice cosas muy malas, créeme), que me apoyaba y me ayudaba en todo lo que necesitara…
Perdí a mi padre.
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