Nos creemos súper listos porque tenemos la información al alcance de la mano y nos leemos las noticias y pensamos que a nosotros no nos pasaría… hasta que nos pasa…
Ayer se nos coló en casa un tipejo que decía ser “del gas” y se puso a hacer una inspección de la instalación…
Mi madre es mayor y no se entera de mucho y yo, recién salida de la ducha, estaba más preocupada por vestirme que por aquel tipo que, pensé, querría vendernos algo…
El caso es que, nos dice que hay cambiar no sé qué y nos hace una factura (muy legal, con IVA y todo): 90€…y encima, nos avisa, el muy hijo de puta, que vendrán a cambiarnos lo que está mal, pero esta vez sin cobrarnos… no tendrá cojones, claro (no nos puede creer tan tontas como para engañarnos una segunda vez, ¿no?).
Cuando se marchó y compruebo los papeles que ha dejado, veo que la factura no aparece…Ahí fue donde las alarmas se pusieron a pitar como locas. Se la llevó, con lo cual, no puedo reclamar a nadie ni denunciarlo porque es su palabra contra la nuestra…y eso solo podía significar una cosa: nos la había colado…
Una llamada (tardía) a la empresa que nos suministra el gas me confirma lo que temía… la revisión no nos toca hasta el próximo año y lo que se suponía que había que cambiar no hace ninguna falta (salvo que no funcione, y no es el caso).
En fin, ya supondréis el cabreo que tenemos. No sólo es por la pasta, que nos jode bastante, es por la cara de gilipollas que se te queda… Piensas en todos los consejos que vienen en los artículos cuando algo así les sucede a otros y te das cuenta de que no has hecho nada de lo ahí indicado. Él te ha robado, sí, pero tú le has dejado, no has tomado medidas, le has dejado hacer…
Me jode saber que el muy hijo de la gran puta habrá dormido de puta madre con la satisfacción que da robar a una señora de casi 80 años y a su despistada hija (y a los que haya timado antes y después) mientras nosotras nos mortificábamos por haber sido tan ilusas…
Dicen que el ser humano es extraordinario… Sí, extraordinariamente cabrón e hijo de puta. Ser rastrero que no duda en engañar a gente más débil para lucrarse, sin importarle una mierda si ese dinero nos hacía falta para comer…
Ojalá te gastes el dinero en medicamentos, cabrón. O te pare la policía y te haga pagar una multa por el doble de lo que nos robaste.
Aunque algo tengo que agradecerte… Nunca, jamás, volveré a dejar entrar a nadie en mi casa, si no lo conozco o lo he llamado yo.
Una nueva muestra de que no hay cosa menos fiable que el “ser humano”. Se me agota la fe, no puedes tener fe en las personas, con gentuza como esta… estoy cabreada y apenada, porque siento que no puedo confiar en nadie…