Vuelvo
a parar los post de fotos para contaros algo que me pasó
hace menos de un mes.
Posiblemente,
no os interese u os importe un pimiento, pero me sucedió a mí y
quiero contarlo.
Todas
las mañanas suelo salir a pasear con Oscar, mi perro.
El
día 26 del pasado mes seguí con esa rutina y fui a caminar.
De
vuelta a casa crucé un paso de cebra y el conductor de un coche dijo
que lo había deslumbrado el sol y frenó encima de mí...
No
me ocurrió nada. Bueno, obvio, el coche me golpeó y tengo un
moratón y un chichón en la nalga derecha que lo prueba; pero no me
rompí nada, ni perdí el conocimiento, ni nada parecido.
De
hecho, me levanté en el acto más cabreada que dolorida (aunque
enseguida noté como se me hinchaba el culo) y no quería ir al
hospital.
Me
preocupaba más mi perro, que se escapó y tener que decirle a mi
madre (a la que hacía un año le dio un infarto) que me había
atropellado un coche...
Ante
la insistencia del atropellador, subí en ambulancia al hospital
donde me hicieron placas y comprobaron que no había nada roto.
Físicamente
me encuentro genial, aunque me duele el lugar del golpe. Lo peor es
que ahora me da pánico ver un coche venir hacia mí.
Yo,
que era la típica confiada que cruzaba sin miedo, porque “es un
paso de cebra, ya parará”, he comprobado que, a veces, no paran y
ahora me miro muy mucho por donde cruzo y me aseguro bien de que el
coche frena para dejarme pasar.
Me
cuesta mucho no bloquearme al oír como el coche pasa (demasiado
cerca, me parece) cuando aún estoy cruzando.
Doy
gracias al universo, a lo que sea que lo rija, porque sólo tengo un
moratón y una anécdota más que contar.
Pero...
¿y el miedo? ¿se irá alguna vez igual que está borrándose el
moratón?
Sed
felices y cuidadosos (tanto si vais en coche como si sois peatones)
-Ygerne