Estamos
a dos días de fin de año y toca repasar un poco.
Este
año lo empezamos con el susto reciente de mi atropello, que se quedó
en un impresionante morado en el culo y nada más.
En
abril nos partieron por la mitad al decirnos que nuestro querido
Óscar se moría y tuvimos que ver cómo se iba apagando hasta que el
día 5 de mayo se fue definitivamente y nos dejó devastadas.
Ese
mismo mayo, unos 15 días después de la pérdida de Óscar,
conocimos a la preciosa Vera y nos enamoramos de ella.
Costó
que ella sintiera lo mismo, sobre todo con mi madre, pero ahora esa
perra delgaducha y llena de miedos es menos delgada (ahora le sobran
unos kilos) y menos miedosa. Y es un amor de perra que nos salvó
(sobre todo a mamá) de la depresión.
El
resto del año pasó, sin más y hasta el presente mes no volvimos a
estar en vilo, esta vez con la bronquitis de mamá.
No
pido nada para el próximo año; tan sólo que mamá tenga salud y
que Vera siga siendo feliz. Un trabajo que no de puta pena y me llene
no estaría mal.
Os
deseo un año nuevo lleno de amor, de paz y de todo lo que deseéis.
Sé que suena a tópico, pero con los tiempos que corren, tener estas
cosas ya es un milagro.
Sed
felices,
Ygerne
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