En general, los blogs son como los diarios de no hace mucho.
Y digo en general, porque si bien algunos nos cuentan las peripecias vitales de sus autores, otros son más técnicos (con consejos informáticos, musicales, editoriales…) y también los hay informativos, de prensa quiero decir (dedicados al deporte, las noticias, el tiempo, el cotilleo…).
Cuando yo empecé con esto quería hacer una especie de diario. El problema es que, obviamente quería que lo leyeran y, claro, al ser público podía leerlo gente que no me interesaba que supiera lo que pasa por mi cabeza sobre ellos…
Y entonces lo dediqué a cosas que me gustaban: fantasía, wicca, literatura, fotografía, etc. El resultado fue una especie de cajón desastre (dos de mis blogs llevan ese título) que refleja bastante bien mi caótica personalidad.
En la actualidad tengo 8 blogs, aunque uno está prácticamente abandonado, a causa del formato de Wordpress, que no me acaba de convencer.
En todos, salvo en este, escribo lo que antes comentaba, un poco de todo: noticias de mi ciudad y mi región, artículos de wicca (que están sacados de publicaciones dedicadas al tema), fotos, poemas, textos que me gustan y, alguna que otra vez, reflexiones sobre algún tema que me toca por alguna que otra razón…
Este es el único en el que me permito ser más yo misma y cuento cosas más personales, razón por la cual tiene tan pocas entradas…
Y es que mi vida es bastante normal y no me ocurren cosas demasiado dignas de mención. Y mi cabeza es un hervidero de ideas, pero no siempre sé cómo plasmarlas. O estoy demasiado cabreada por un tema y prefiero contar hasta diez antes de decir lo que no debo… o simplemente me puede la pereza y no acabo de escribir…
Lo que me ha llevado a escribir este post es que últimamente he leído en varios blogs sobre lo que nos lleva a escribirlos y de gente que los abandona porque no se sienten lo suficientemente leídos.
Queridos, si por eso fuera, yo no tendría ningún blog.
Es frustrante, lo reconozco, sentarte delante del ordenador, buscar imágenes, textos y ponerlos con toda tu ilusión en el blog, para ver que luego han tenido una o dos visitas (o veintiocho, o cien), y ningún comentario…
¿Cómo sé si lo estoy haciendo bien si nadie te dice nada? ¿Cómo saber si os interesa lo que escribo o si os sentís identificados si no me dejáis ni una mísera línea?
Decía el genial Moncho Borrajo que, los blogs eran como una voz del ego pidiendo reconocimiento. Y cuando no nos llega, nos deprimimos y abandonamos…
¿Por qué sigo yo? Por que a mi ego le encanta ver mis palabras colgadas en la red de internet. Le encanta pensar que alguien, en el punto más alejado del planeta se siente identificado y, aunque no me diga nada, veo que el número de visitas ha subido (a lo mejor solo de 0 a 1) y al ego le gusta eso.
Y, que coño, tengo miles de textos que he ido guardando a lo largo de los años y que no me gustaría que se perdiesen. Sé que si están en internet, puedo rescatarlos en cualquier momento (salvo que me cierren el blog). O, leyendo alguna reflexión sobre un tema recordar cómo era mi vida en ese momento…
Y, ¿sabéis lo más sorprendente? Uno de mis blogs, lo tuve bastante abandonado por trabajo y otros temas. Me pasaba de vez en cuando y ¡tenía más visitas que cuando lo actualizaba a diario! Eso sí, comentarios ni uno…
En fin, que aunque me molaría saber que opináis sobre mis locuras (o no tantas), saber que os pasáis de vez en cuando ya me parece suficiente recompensa. Y que aunque, al menos en este blog, no me pasaré tanto como me gustaría, es un honor contar con vuestro apoyo y me alegraré un montón de que, por lo menos, os toméis la molestia de pasar por mi humilde morada.