martes, 7 de mayo de 2013

SE ECHA DE MENOS…

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Hoy leía esto y pensé que realmente es una costumbre que se ha perdido…

     Cuando era pequeña, aunque no lo recuerde mucho, las madres y las abuelas solían cantar mientras realizaban las tareas caseras…

     Tengo oído que, cuando no había lavadoras y se iba a lavar al río, las mujeres cantaban. Cantaban cuando iban a por agua, lo hacían cuando llevaban comida a su maridos…

     En el ámbito del hogar, mi madre me decía que una tía mía siempre cantaba mientras hacía las camas. Supongo que ella también cantaba… De hecho, hasta no hace mucho, conservaba unas cintas de cassette (¿sabéis lo que son, no?) en las que mi madre cantaba a la par que la radio mientras una pequeña mini-yo hacía sus primeros gorgoritos…

     Lo de los hombres cantando en los bares… no lo recuerdo, la verdad. Aunque es cierto que aquí, en Asturias, los hombres acostumbraban echar unos cancios en los chigres (vamos, que cantaban en los bares) y supongo que en otras regiones pues se hacía lo propio (y no necesariamente porque estuvieran borrachos, mal pensados Lengua fuera).

     En cualquier caso ya no es lo mismo… bien sea porque los tiempos que corren no invitan demasiado a la alegría y al cante o porque los viejos cantares se han perdido (somos demasiado modernos para cantar las coplas, fandangos, jotas, cancios… de nuestros abuelos), ya no se canta, ni siquiera en casa…

     No hace tanto, si tenías obreros en casa o en una obra cercana, los oías si no cantar, al menos silbar… ahora lo más que oyes es cómo se cagan en la madre del gobierno de turno, o hablan del último partido…

     Y las mujeres tampoco cantan… las tareas de casa son tareas silenciosas, acompañadas si acaso del ruido de fondo de la tele o la radio…

     Y para que no os echéis las manos a la cabeza y me acuséis de machista (aunque todos sabemos que la distinción hombre-trabaja fuera, mujer-trabaja en casa(y en la calle) sigue existiendo), las mujeres que trabajan tampoco cantan…si lo hacen en una oficina, porque no es oportuno, pero si trabajan en limpieza, por ejemplo, que es lo que más conozco, tampoco…

     Aunque hay casos como una chica de la limpieza que silba o canta a pleno pulmón y, tristemente, llama la atención porque es la única que parece feliz en un mundo que nos están arrebatando sin que movamos un dedo.

     Yo trabajo en la limpieza (cuando trabajo) y tampoco canto. Es verdad que siempre llevo música conmigo, pero el pudor me puede y no canto.

     Pero sí lo hago en casa. Al igual que mi madre hace muchos años, cuando hago algo por casa, pongo el mp3, o el iPod, o el equipo de música y limpio o hago lo que sea al ritmo de la música y me lanzo a cantar… con las consecuencias típicas para el clima Lengua fuera.

     Pues eso, las nuevas tecnologías nos han amuermado y los malos tiempos que corremos nos amargan de tal manera, que ya nadie tiene ilusión, ni por cantar ni por nada. Las tareas, ya sean caseras o propias de nuestro oficio son tristes y rutinarias…

     Y, pensando en la frase de Javier Cámara, tipo que por cierto me cae muy bien, pienso que, las raras ocasiones en que oigo a la de la limpieza silbar o cantar o veo a algún repartidor silbando, se me pone una sonrisa en la cara… ese tipo de sonrisa bobalicona que no sabes a qué viene… o sí, si que lo sabes: en medio de las tinieblas, has encontrado a alguien feliz.

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