Aún
no hace un año castramos a Óscar, nuestro perro. Era algo que
debimos hacer cuando era más joven, pero unos tumores obligaron a
operarle y se le castró para evitar su reaparición.
Fue
duro, aunque él no se quejó en ningún momento; lo superó y superó
el posoperatorio sin problemas.
El
caso es que, como bien sabréis los que tenéis mascota, Óscar
empezó a engordar tras la operación y de ser un perro ya gordito
(su peso debería ser de unos 13 Kg y ya pesaba 14,200 el día de su
operación), llegó a pesar 16 kilazos.
El
pasado marzo, estuvo malito con el estómago, creímos que algo que
le había sentado mal o algo así.
A
raíz de aquello empezó a dejar de comer cosas que le gustaban y a
comer menos de otras.
Debido
a su sobrepeso, no me molestó que perdiera un kilo o dos. Lo que me
preocupó fue que de marzo a abril pasó de 15,500 a 13,900 Kg. y
cada día comía menos...
Lo
llevamos a la veterinaria y el pronóstico no pudo ser peor: tumor en
el bazo con metástasis a otros órganos. 1 mes de vida le da, con
suerte.
Y
así estamos... cuidando de él, dándole corticoides y pastillas
para el estómago que parecen haberle abierto el apetito porque ahora
sí que come con ganas y ansia, pero ya no engorda.
Puede
darle un infarto, un ictus o, lo peor, rompérsele el bazo y
necesitar ayuda para irse.
Y
ahí estaremos para él. Lo que quede me comprometo a que siga siendo
un perro feliz, que coma lo que más le guste, que siga paseando,
hasta que él decida que no puede más y que necesita irse.
Va
a ser muy duro.
¡Joder!
Ya le hecho de menos...
Ygerne
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