Queda apenas una semana para que comience, oficialmente (al menos para mí) la Navidad. Ello, si no sigues el calendario de los supermercados, hipermercados y el Corte Inglés…
Se acercan las fechas de encuentros (deseados o no) con familiares, las copiosas cenas de empresa y familiares, los buenos deseos y las felicitaciones…
Sin embargo este año, serán especialmente difíciles para muchos y aquellos que desean irse a dormir el día 21 o el 23 y no despertar hasta el 7 de enero, tendrán más razones que nunca para desearlo…
Mientras la tele nos atonta con anuncios de perfumes, juguetes, turrones, comidas carísimas y demás, hay gente que se muere de hambre… Y algunos diréis: Sí, claro, es triste, pero… están lejos y no les vamos a solucionar la vida privándonos nosotros de esas cosas…
Pero, amigos este año, esa gente con hambre, está en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, en nuestro edificio… tal vez, nosotros estemos a punto de ser una de esas familias…
¿cómo disfrutar de unas fiestas familiares, cuando ni tú ni ningún miembro de la familia tiene trabajo ni perspectivas de tenerlo? ¿Cómo vas a pensar en comprar cordero, pavo, marisco, si, encima la pensión de tus mayores también se ve empequeñecida? ¿Cómo soportar a la odiosa gente de la tele junta alrededor de la mesa con comida que, tal vez, no puedas comprar ni siquiera para el día a día? ¿cómo tener alegría si sabes que en breve te quedarás sin casa? ¿Cómo festejar, si alguno de tus seres queridos se ha visto sobrepasado por la situación que estáis pasando y ha decidido tirar la toalla de la manera más trágica y definitiva?
Afortunadamente, yo no me veo en esa situación. Aunque no estoy libre de ella… con un trabajo precario y mal pagado y con una madre pensionista (que ni llega a los 1000 €), que este año próximo verá mermada su paga (¡Gracias Mariano!), un alquiler y otras facturas que pagar… no es que vayamos a pasar hambre, pero sí tendremos que apretarnos (mucho) el cinturón…
Pero aparte de estas cosas tan reales a la puerta de casa, se une el recuerdo de los que se fueron (mi padre, hermanos de mi madre) y familia de la que nos hemos distanciado (ya se sabe, todo el mundo tiene su vida y está demasiado ocupado hasta para hacer una llamada telefónica…). Y las nuestras son fiestas de dos (tres, contando a Óscar)…
Esto me ha hecho pensar en las navidades que celebrábamos cuando yo era pequeña.
Nos juntábamos nosotros, la hermana de mi padre y sus hijos, la hermana de mi madre que vivía aquí y su hijo… y lo pasábamos fenomenal. En otras ocasiones, en que mi tía materna se iba a Huelva, nosotros nos íbamos al pueblo de mi padre con su hermana y su familia y lo pasábamos igual de bien. Nosotros (mis primos y yo) éramos críos, que no teníamos preocupación alguna y disfrutábamos con ganas.
Pero hoy… ¿cuántos padres estarán penando, no ya por no poder comprar un juguete a sus hijos, si no por poder darles de comer mañana?
¿Feliz Navidad? Creo que ya solo para unos pocos, y eso porque no tienen conciencia alguna. Nos están dejando en la más miserable de las ruinas y se reunirán con sus familias comiendo a todo lujo mientras ven a los pobres que han creado, clamando por una justicia que ellos tienen el bolsillo y se reirán y ordenarán quitar la tele para que la gente fea que los llevo al poder no les estropeé el sabor del cordero y la langosta…
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