Y con él llegaron novedades, aunque no necesariamente buenas…
El día 2 hizo un año que falleció mi tío, persona muy querida para mi.
El día 3, cuando nos preparábamos para asistir a la misa de cabo de año que se celebraba en su memoria, nos llegó la noticia de que uno de mis primos, con tan sólo 54 años, nos dejaba también…
Se da, además, otra penosa casualidad. Mi primo tenía un cáncer en la boca, el mismo que se llevó a mi padre hace casi 28 años y a una edad muy parecida (mi padre tenía 51)…
La verdad, es que desde que supimos de su enfermedad y por el tipo de vida que mi primo llevó, ya nos imaginábamos el desenlace… lo que no imaginábamos era que sería tan repentino…
Siento decir que el duelo, para mí, no ha sido igual que en el caso de mi tío. Pensad que mi tío era como un segundo padre, mientras que mi primo –a pesar de ser de mi sangre- vivía en la otra punta del país y no nos veíamos de hace 16 años… Me apena, claro, pero no es lo mismo…
Apenas le recuerdo, la verdad. Lo que más recuerdo es que, cuando era pequeña, me “enamoré” de él. Yo tendría unos cinco o seis años y él 21 o 22. Venía de lejos y era muy majo conmigo, así que decidí a tan tierna edad que era mi novio. El cachondeo familiar fue sonado… me cuentan que incluso pillé un berrinche cuando se casó… Obviamente, cuando volvimos a vernos, años después, hubo quién se acordaba y lo sacó a colación, claro…
Lo siento, realmente siento tener que escribir sobre pérdidas…
Siento que este año parece que sólo entro para hablaros de muerte, de pérdidas y cosas que hacen sentirse fatal…
Quiero quedarme, y dejaros, con algo positivo. Como ya decía en otro post… VIVID. Disfrutad de la vida como si no hubiera mañana. No dejéis nada por hacer, no dejéis nada por decir. Mañana puede ser tarde…
Espero, deseo de todo corazón que mi próxima visita venga cargada de alegría y no traiga más penas…
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