Hoy tocó limpieza general… bueno empezamos porque, tela…
¿No os pasa al comenzar una limpieza general que todos guardamos a un pequeño Diógenes nuestro interior?
¡Qué manía con acumular cosas, por el amor del cielo!
Por mucho que lo neguemos, en mi caso, Diógenes se hará grande y fuerte si no estoy al loro…
Cubos, ropa vieja “para hacer trapos”, que sigue entera, juguetes (la mayoría destrozados) del perro, cajas de cartón esperando ser dobladas y guardadas, plantas medio secas que “uy no, no la tires que igual revive…”, bolsas de plástico por todos los rincones… Todo en un caos organizado que, sinceramente, hasta a mí me daba ya miedo…
Y es que, cuando trabajo, apenas tengo tiempo o energía (o las dos cosas) para recoger en condiciones… ¿y que hago? Pues ir amontonando “para cuando tenga más tiempo”… y así, me he encontrado a cinco días de mi vuelta al mundo laboral, cuando me he decidido a no dejarlo ni un minuto más…
Seguramente no he tirado todo lo que debía tirar (“¿y si me hace falta algún día?”), pero hemos conseguido recoger todo… por el momento…
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